Esta tendría que ser la tarea fundamental de la familia cristiana.
En El País Semanal de fecha 31 de octubre nos encontramos con un reportaje sorprendente, Lleva por título “Los retratos del poder”. Se supone que se trata de las personas que llevan la economía de este país adelante. Diez empresas importantes, quizás las más importantes, y ¡! Horror! después de contar y recontar me salen un total de 80 hombres frente a 8 mujeres, una, hija del dueño de una de las más importantes (lo que no le resta mérito pero nos da una pista) y dos de ellas encargadas de los departamentos de personal (los marrones). Esto dicho así me preocupa, sobre todo en el día en que en Brasil es elegida una mujer y nos recomienda que miremos a los ojos de nuestras hijas y digamos “las mujeres podemos”.
Cuando nacemos somos iguales en derechos y obligaciones pero los que recibimos a los nuevos ciudadanos nos ocupamos de diferenciarles, lo de menos es el rosa y el azul, es que además nos relacionamos de forma diferente según sean niño o niña, les enseñamos a jugar diferente, y según van creciendo vamos agrandando las diferencias. Ahora buena parte de nosotros estamos preocupados por dar una educación no sexista a nuestros niños, ya no nos parece mal que un niño quiera jugar con una muñeca o una niña con un camión, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer.
En la escuela la coeducación es la pieza fundamental. Esta tiene como objetivo hacer personas dialogantes, lo que implica enseñar respeto y tolerancia, y esto, como podemos deducir es una garantía para la prevención de la violencia, fundamental en estos momentos donde todos los días vemos que hay víctimas de ella, ya sea de género, de guerras, etc… Educar en el respeto y la tolerancia, en igualdad de condiciones, de trato y de oportunidades, es educar para la democracia.
La educación en valores es el fundamento de todo nuestro quehacer educativo, el problema es en que “valores” estamos pensando, En los valores bíblicos que dicen que ya no hay hombre ni mujer”, o en los valores de nuestra sociedad de consumo, donde tanto tienes tanto vales. Conviene que lo pensemos detenidamente
Creo que tendríamos que reconsiderar nuestros procedimientos, quizás en los días que corren las palabras valen menos que los ejemplos. Es necesario que nuestros hijos reciban una buena enseñanza en el hogar, como ya hemos dicho, pero no podrán hacerlo si se crían en hogares desiguales, donde la madre no es igual que el padre, y no digo quien es más, simplemente no son iguales, no enseñamos y pedimos responsabilidades por igual a nuestros hijos sin importarnos su sexo (ahora de diría género)
Cuando educamos para la igualdad estamos intentando transmitir unos valores a nuestros niños y adolescentes, que luego le servirán de base todos los días de su vida. No en vano la Biblia en el libro de Proverbios capítulo 22, nos dice: “Instruye al niño en su camino y aunque fuera viejo no se apartará de él”, tenemos muchos otros textos que nos hablan de la excelencia de la sabiduría, y de la importancia que tiene la educación para el desarrollo del ser humano, tal como nos lo encontramos en Génesis cuando nos dice que creó al hombre (humanidad) a su imagen y semejanza. Pese a quien pese a las mujeres también.
En la Biblia encontramos ejemplos donde la igualdad está implícita. Como vemos en el relato de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo se derrama sobre los que están reunidos, no se nos dice que las mujeres se apartaron, dice el capítulo 1 del libro de Hechos que estaban unánimes en oración, los apóstoles y las mujeres con ellos, por lo que deducimos que cuando se repartieron los dones no se hizo distinción de género.
Es importante que en nuestras escuelas, y en nuestras familias los niños sean educados en los valores de igualdad, de convivencia, de respeto, como ya hemos dicho anteriormente, se reduce a transmitir los valores bíblicos.
Por lo que hemos dicho al principio deducimos que estamos bastante lejos de conseguirlo, pero con la ayuda de dios y un poquito de nuestra parte lo conseguiremos.
En El País Semanal de fecha 31 de octubre nos encontramos con un reportaje sorprendente, Lleva por título “Los retratos del poder”. Se supone que se trata de las personas que llevan la economía de este país adelante. Diez empresas importantes, quizás las más importantes, y ¡! Horror! después de contar y recontar me salen un total de 80 hombres frente a 8 mujeres, una, hija del dueño de una de las más importantes (lo que no le resta mérito pero nos da una pista) y dos de ellas encargadas de los departamentos de personal (los marrones). Esto dicho así me preocupa, sobre todo en el día en que en Brasil es elegida una mujer y nos recomienda que miremos a los ojos de nuestras hijas y digamos “las mujeres podemos”.
Cuando nacemos somos iguales en derechos y obligaciones pero los que recibimos a los nuevos ciudadanos nos ocupamos de diferenciarles, lo de menos es el rosa y el azul, es que además nos relacionamos de forma diferente según sean niño o niña, les enseñamos a jugar diferente, y según van creciendo vamos agrandando las diferencias. Ahora buena parte de nosotros estamos preocupados por dar una educación no sexista a nuestros niños, ya no nos parece mal que un niño quiera jugar con una muñeca o una niña con un camión, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer.
En la escuela la coeducación es la pieza fundamental. Esta tiene como objetivo hacer personas dialogantes, lo que implica enseñar respeto y tolerancia, y esto, como podemos deducir es una garantía para la prevención de la violencia, fundamental en estos momentos donde todos los días vemos que hay víctimas de ella, ya sea de género, de guerras, etc… Educar en el respeto y la tolerancia, en igualdad de condiciones, de trato y de oportunidades, es educar para la democracia.
La educación en valores es el fundamento de todo nuestro quehacer educativo, el problema es en que “valores” estamos pensando, En los valores bíblicos que dicen que ya no hay hombre ni mujer”, o en los valores de nuestra sociedad de consumo, donde tanto tienes tanto vales. Conviene que lo pensemos detenidamente
Creo que tendríamos que reconsiderar nuestros procedimientos, quizás en los días que corren las palabras valen menos que los ejemplos. Es necesario que nuestros hijos reciban una buena enseñanza en el hogar, como ya hemos dicho, pero no podrán hacerlo si se crían en hogares desiguales, donde la madre no es igual que el padre, y no digo quien es más, simplemente no son iguales, no enseñamos y pedimos responsabilidades por igual a nuestros hijos sin importarnos su sexo (ahora de diría género)
Cuando educamos para la igualdad estamos intentando transmitir unos valores a nuestros niños y adolescentes, que luego le servirán de base todos los días de su vida. No en vano la Biblia en el libro de Proverbios capítulo 22, nos dice: “Instruye al niño en su camino y aunque fuera viejo no se apartará de él”, tenemos muchos otros textos que nos hablan de la excelencia de la sabiduría, y de la importancia que tiene la educación para el desarrollo del ser humano, tal como nos lo encontramos en Génesis cuando nos dice que creó al hombre (humanidad) a su imagen y semejanza. Pese a quien pese a las mujeres también.
En la Biblia encontramos ejemplos donde la igualdad está implícita. Como vemos en el relato de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo se derrama sobre los que están reunidos, no se nos dice que las mujeres se apartaron, dice el capítulo 1 del libro de Hechos que estaban unánimes en oración, los apóstoles y las mujeres con ellos, por lo que deducimos que cuando se repartieron los dones no se hizo distinción de género.
Es importante que en nuestras escuelas, y en nuestras familias los niños sean educados en los valores de igualdad, de convivencia, de respeto, como ya hemos dicho anteriormente, se reduce a transmitir los valores bíblicos.
Por lo que hemos dicho al principio deducimos que estamos bastante lejos de conseguirlo, pero con la ayuda de dios y un poquito de nuestra parte lo conseguiremos.